Ángel González-Malaxetxebarria
Especialista internacional en Auditoría
“La auditoría ha dejado de ser un negocio de auditores”
PERFIL
Ángel González-Malaxetxebarria, especialista internacional en gobernabilidad, gestión financiera y auditoría, ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional fuera de España. Tras dejar la gerencia de Auditoría y Desarrollo Profesional en Price Waterhouse, trabajó en los ministerios de Agricultura y Hacienda de Venezuela y fue gerente de Auditoría Financiera y Sistemas del Holding Nacional Petrolero de aquel país. Posteriormente trabajó como especialista en Gestión Financiera y Auditoría del Banco Mundial, realizando proyectos de ajuste estructural, inspección financiera de proyectos, auditoría de las operaciones de deuda internacional y programas de fortalecimiento de los órganos de control nacionales y regionales, principalmente en países hispanoamericanos. En la actualidad, su trabajo se centra en la formación de auditores y gestores, a través de cursos y conferencias. Aprovechando una visita a la Cámara de Comptos de Navarra quisimos charlar con él.
Auditoría Pública. Tras una fecunda vida profesional en el mundo del control, está usted dedicado a labores de formación. ¿Cuáles son a su juicio las claves de la formación del auditor?
González-Malaxetxebarria. Creo que es urgente revisar el modelo actual, para ir hacia una formación más integradora, que tenga en cuenta también el lado humanista y se abra a otro tipo de conocimientos diferentes a los clásicos. El avance de la auditoría obliga a ir más allá de la pura formación contable y jurídica. Yo suelo utilizar una frase para reflejar esta situación de cambio: la auditoría ha dejado de ser un negocio de los auditores.
A.P.- Me imagino que lo que señala al referirse a los auditores valdrá también para quienes tengan que dirigir las organizaciones de control…
Efectivamente, en este tema la experiencia me ha hecho cambiar de opinión. Yo también pensaba hace años que el perfil para dirigir una institución de control era el de contable o contador público. Sin embargo, ahora veo claro que no debe restringirse a ese perfil, porque lo que necesitamos es manager, gerentes con dotes de mando y capacidad para rodearse de técnicos competentes a quienes hay que mantener motivados para lograr la máxima eficacia en esta importante labor. En este sentido, un médico, un ingeniero o un abogado pueden dirigir perfectamente una institución de control, teniendo en cuenta, además, que la auditoría clásica se va ampliando hacia una auditoría también de ingeniería, ecológica-ambiental, ética…
A.P.- Usted aboga por la “auditoría social integrada”. ¿Puede explicar este concepto?
Está relacionado con lo anterior, se trata de ir más allá de la clásica fiscalización de regularidad y avanzar hacia una auditoría que analice el cumplimiento de las políticas sociales previstas en las constituciones democráticas: educación, salud, vivienda, seguridad social, derechos humanos, igualdad de género, cuidado de mayores…y todo ello en lo que yo llamo “fiscalización sin fronteras”. Porque lo mismo que existen médicos sin fronteras, que realizan una labor encomiable, el control sobre las políticas sociales también debería ser propio de una fiscalización sin fronteras.
A.P.- Ya que menciona la fiscalización sin fronteras, habría que hablar de una práctica que tampoco las tiene: la corrupción.
La corrupción es, efectivamente, una pandemia universal que hay que prevenir y contra la que hay que actuar. Habría que subrayar el hecho de que siempre se asocia este grave problema al ejecutivo, aunque también existe en los otros dos poderes. Son necesarios códigos del buen gobierno que frenen esta peligrosa plaga. Hay una pavorosa corrupción municipal en temas de urbanismo, existe una preocupante ingeniería financiera. Frente al ocultismo y la desinformación hay que exigir transparencia, lo que incluye también los llamados gastos reservados porque no puede haber excepciones para las instituciones de control.
A.P.- En el caso de las ayudas a países en vías de desarrollo también ha habido problemas en este sentido y seguramente su experiencia le hace hablar con conocimiento de causa…
Está claro que parte de la deuda contraída por algunos países no va a las necesidades de la gente, sino a paraísos fiscales o cuentas de Suiza. Ha habido auténticos robos de parte del crédito hacia esos países. Existe, por lo tanto, una deuda inmoral cuya obligación de pago es lógico que genere dudas.
A.P.- Frente a todo esto, usted propugna un pacto social contra la corrupción…
Sí, un pacto que tiene que unir a los organismos de control, los gobiernos que apoyan la transparencia y la sociedad civil. Y en este sentido, me parece fundamental remarcar la importancia de un término anglosajón: accountability. Se trata de remarcar la responsabilidad civil, financiera y social de los gestores. En definitiva, es la obligación legal y ética de informar sobre qué se hace con los recursos que el pueblo ha puesto a disposición de los gobernantes para que los reinvierta en favor de los ciudadanos y no en provecho propio. Simón Bolivar, héroe de la independencia de Hispanoamérica, ya lo dijo en 1814 a través de una hermosa frase que me gusta repetir: “La hacienda pública no es de quienes os gobiernan, todos a quienes habéis hecho depositarios de vuestros intereses tienen obligación de informaros del uso que de ellos han hecho”.